Unos gemidos lujuriosos atraviesan la pared, llamando la atención de Don Cheto y enojando en exceso a Said. Ellos ignoran que ciertas chicas se mudaron al lado para practicar el oficio más antiguo del mundo. Cuando una dominatrix, interpretada por Victoria Del Rosal, aparece con su látigo, todos deciden calmarse y reconsiderar sus juicios sobre el ardiente tema de la prostitución.